martes, 11 de noviembre de 2008

DE LA ILUSION PARTICIPATIVA AL AISLAMIENTO REAL

El principio de las vacunas: para darle a la tevé no hay como más tevé...

A CASITA QUE LLUEVE

Un mínimo balance de lo colectado hasta ahora da que el impacto de la tecnología de punta en un fenómeno sin igual para la generación de cultura masiva, como es el fútbol, ha producido un repliegue desde las canchas a los bares, a la inversa de los ’50, que en aquel entonces, por la novedad impactante que resultó, produjo un flujo masivo de los hogares hacia los bares, dado lo inédito e infrecuente del acontecimiento; en estos últimos años, en cambio, con acontecimientos que son rápidamente asimilados y convertidos en pasado en un santiamén, el fenómeno comercial de captar sí o sí más ingresos en una época durísima, trastornó totalmente relaciones sociales asentadas durante décadas y ha comenzado a generar nuevas. El melancólico y reconcentrado cafetín discepoleano donde se aprendía filosofía y la poesía cruel de no pensar más en uno mismo ha pasado a convertirse en un quilombo magnánimo de lamentos por un lado y alaridos triunfales por el otro, cantitos, insultos y hasta agresiones físicas de todo tenor y calibre, cuando no lisa y llanamente la producción de muerte. En otros términos, se han generado nuevas arenas para escenificar el drama social cotidiano y para colmo vienen dotadas de singularidades para nada previsibles o fácilmente asibles, por el momento, en ese paisaje de igualdad que produce el deporte televisivo, como encuentra el ya citado autor inglés que va a reaparecer después del punto y aparte.

La palabra es otra vez toda del inglés Bale, sin dejar de tomar en cuenta que el trabajo sobre las hinchadas virtuales en su país fue publicado en 1998: “Está también misteriosamente predicho en un reciente aviso de Adidas, donde se muestra un futuro paisaje del fútbol y donde el juego es jugado en una caja de concreto cerrada de manera hermética, donde se simulan espectadores, programados presumiblemente para aplaudir las destrezas pero carentes de cualquier sentimiento partidario. Esto nos recuerda también esos avisos del deporte moderno donde los lugares limpios y seguros, combinados con medio ambiente sintético, deberían estar en lo posible sin climas.” El remate es un poco estremecedor: “No sería totalmente inapropiado describir estos escenarios a los que he remarcado como el maleficio del fútbol.”

Aunque los argentinos no tengamos el monopolio en esta materia de las nuevas virtualidades en materia del creciente ocio social posmoderno -y en una de esas ni un puesto en el podio-, no hace a estas nuevas manifestaciones culturales, para colmo en constante mutación, menos preocupantes. Sí que ya es un hecho que nuestras peculiaridades van a generar fenómenos de igual talante y después nuestros científicos sociales, siempre rigurosamente al día con la última bibliografía proveniente de la metrópoli, siempre y cuando se la traduzcan en Barcelona, se las van a ver nuevamente en figurillas para tratar infructuosamente de volver a meter a la gorda real en el corsé teórico Made in. Justamente, como se ha insistido con el original aporte del inglés mencionado, tiempo atrás ya se comenzó a hablar, a nivel teórico, en el Primer Mundo, del surgimiento de hinchadas virtuales sin vuelta de hoja. Ahora, previo a pasar a otros aspectos no menos importantes, ocurrió que ya un poco antes, desde el punto de vista cronológico, no siempre desdeñable cuando se encuentra lo cultural de por medio, en Argentina, desde México´86, con la entrada en escena del reinado de la globalización televisiva, no tardó en apreciarse que había incluso que empezar a hablar de otra vuelta de tuerca en la singularización del fenómeno, por lo menos en lo que víctimas fatales se refiere, y que va más allá de lo luctuoso: las muertes remotas o virtuales, algo en lo que sí tendríamos desgraciadamente otra vez pole position.

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