domingo, 9 de noviembre de 2008

UN MIXING EXPLOSIVO Y REVULSIVO



GALLINAS VS. BOSTEROS, LA CONTROVERSIA NACIONAL

Esto sobre la foto final del desastre y los reclamos de los deudos y compañeros de los chicos muertos, el apoyo de artistas populares, etc., etc., sobre el padrino pelado a la marchanta siniestra que no son solamente las rutas nacionales, no se pueden hacer objeciones ni rectificaciones de ningún tipo. Pero la foto del principio, sobre el sombrío proceder del camionero profesional Hugo Soto, sin antecedentes de adicciones alcohólicas que se haya dejado saber, altera bastante la etiología de la tragedia, que pasa a los dominios del fútbol virtual y todo lo otro, lo vial, a la producción de las muertes remotas. Los oficiantes religiosos que tiene el fútbol en todos los ámbitos, sobre todo en el periodismo, van a decir que la piña se la hubieran dado lo mismo, sin o con superclásico, sin tevé codificada o con ella, hay 9 mil por año, déjense de joder con sutilezas intelectuales, es fácil ser un tilingo profeta del pasado. La tiranía de los hechos, sin embargo, a despecho de babiecas de toda índole y calibre, indica que el drama empezó, a la luz de lo que va a suceder cuatro horas después, imposible de prever hasta para un brujo con bola de cristal, en una estación de servicio de Vera, al costado de la Ruta Juan de Garay, y que el final fue agravado por la negligencia, desidia, falta de conciencia nacional sobre la res pública, etc., no solamente con el inconcebible AutoExterminio diario argentino y un país que hace agua por varios rumbos desde un tiempo suficientemente largo como para ser imbécilmente optimistas y decir que tiene cura.

O, si lo quiere formular de otro modo, lo que se embistieron en un indiscutible mecanismo de homicidio-suicidio a las 22:00 del domingo 8 de octubre del 2006, en el Paraje 213 de la Ruta Nacional 11, fue la reafirmación microelectrónica del colonialismo inglés, también llamado fútbol codificado, que ha virtualizado la arena de las disputas simbólicas de una sociedad atomizada y por momentos al garete, para colmo todo no sumado sino potencia por un flagelo tronchador de vidas, particularmente de infantes y jóvenes, que alegremente pisa aceleradores, se toma hasta el pulso y no hay controles ni señalizaciones ni buches de los funcionarios y políticos de turno que lo detenga.

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