miércoles, 12 de noviembre de 2008

NADA SE PIERDE; TODO SE REPROCESA

                                                    ¡Qué sería de nosotros sin Héctor Ricardo!

AHORA LE TOCA AL VECINO
A la semana siguiente, tal vez por aquello que la ley pareja no es rigurosa, la ablación tuvo lugar en el Monumental y la parcialidad zeneize se amontó en la Bombonera, en las mismas condiciones, pero a hacerle el aguante a otra pantalla gigante. Dato para nada aleatorio, Canal 13, del multimedios Clarín, a la cabeza del 75% de la información con sostén electrónico del país, con exclusividad para todos los partidos de la transmisión en vivo y en directo del club de la ribera fuera del torneo local, llegó a una marca tampoco nunca igualada, ni siquiera en trasmisión de mundiales: casi 60% de raiting. No se necesita ser economista ni publicista para sospechar a cuánto cotizó el segundo de publicidad.

Pero calma, que esta vez no fuimos para nada originales ni pioneros. Fue también otro 50%, pero del partido fantasma, como se lo llamó, cuando por la Copa Europea, en 1987, el Real Madrid y el Nápoles jugaron a cancha vacía, sólo con el ojo de las cámaras, debido a las duras sanciones tomadas contra los merengues por lo que había sucedido en una tenida anterior. “Aquí tenemos una clase de adelanto, quirúrgicamente exacto, de los acontecimientos de nuestro futuro: acontecimientos tan mínimos que no pueden aparecer en absoluto [como no sea] junto con su máximo agrandamiento en las pantallas”, ya había comentado el francés Jean Braudillard en un trabajo cuya traducción más aproximada podría ser La trasparencia del mal (o de la perversidad, si prefiere sesgar la polisemia del original).

La red de cable extendida en el país sobre el modelo del tendido colonial de los ferrocarriles ingleses no estaba tan muerto como se creía. De semejante evisceración la Patria Financiera dejó los postes para que al poco tiempo se montara a bajo costo la nueva telaraña de enlace. La microelectrónica la resucitó con los coaxiles de la tevé cable, codificada para fútbol y sexo, significando el precio aparte por semejantes entretenimientos para la pasividad visual, universalizando de entrecasa la globalización externa, y fueron los más beneficiados. Por primera vez en casi dos siglos de postergaciones, los argentinos desperdigados por el mapa podían ser los únicos privilegiados en no ser perjudicados por el cercenamiento que significaba estar tan lejos de Dios como de Buenos Aires, esto es, el mundo, y disfrutar en pleno, aunque sea a través de los rayos catódicos, la totalidad del hecho como siempre les fue presentado en su condición de provincianos, esto es, argentinos de 2ª categoría. Los bolicheros de amplio espectro, los bares y locales ya especialmente montados, por lo menos hicieron su agosto.
Algo es algo, se pensó sin calcular ni hacer el intento en lo que se podía venir, como fue el renacimiento del pasado con un envase reprocesado.

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