martes, 11 de noviembre de 2008

ALIENACIONES ERAN LAS DE ANTES

¡Esto sí que es Primer Mundo! En un turno te podés echar dos o tres goles si te da el cuero.

“LA CLASE OBRERA NO VA AL PARAISO”

Por supuesto que lo anterior está muy lejos de trillar ese pobre caballito de batalla que durante los primeros años del siglo XX censuró ferozmente al fútbol como escafandra, venda o chupete de los más desposeídos e incultos para disfrazarle la realidad y distraerlos un rato de su ineluctable destino revolucionario hacia una sociedad sin clases sociales. Hoy más que nunca, por suerte, lo que en el último tiempo han avanzado las ciencias sociales sobre los deportes, en particular el fútbol, tienden a demostrar exactamente lo contrario. Justamente la imposibilidad de la contención y representación simbólica y efectiva de los conflictos más profundos es una de las causas que hace brotar la violencia explícita. Hay mayor tensión y violencia en una tribuna que en una fábrica a punto de cerrar para siempre. Por el contrario, si se lo toma al fútbol como el espacio más apto para dramatizar lo cotidiano actual, como ha dejado sentado el antropólogo paulista Roberto DaMatta, la tiranía de los hechos incluye a grupos organizados, profesionales, que ejercen la violencia y producen la muerte como parte del espectáculo general. ¿Dónde está la supuesta alienación planteada a principios de siglo y en los primeros años posteriores a la revolución bolchevique? En medio de la exclusión y marginalidad masivas, como un rebrote de conductas infantiles regresivas, el ocio social se muestra para el Poder mucho más peligroso que la ocupación plena con asambleas sindicales a diario. La dichosa oquedad masiva y el aburrimiento son los verdaderos detonantes, como puntualizó el ya citado Verdú.

Y con espoletas retardatarias, para colmo.

Tras lo anterior, que es incontrastable, es que puede empezar a sospecharse que se debe diferenciar a este nuevo fenómeno, con sus medios y espacios propios, capaces también de producir muerte, en la medida en que los avances tecnológicos han servido para difundir modos y modelos de vida sólo modernosos y diferentes apenas en el envase, para estar bien a la page de la sociedad posmodernista, porque la infraestructura del conflicto se obstina en parecerse a los que teníamos en los albores de una nacionalidad siempre a los tumbos e incierta, más bien difusa.

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