miércoles, 12 de noviembre de 2008

"ES NO ES FUTBOL; ES FUTBOL DE 1ª"

Che, ¿nos comemos un chori y vamo a la chacán?

LIGHT XL, AL 50%

A los no pocos ámbitos y complejidades con que la virtualidad ha engordado a un fenómeno para nada raquítico de por sí, desde Argentina se colaboró con algo bien palpable y para nada virtual como son las muertes remotas de espectadores concretos y también otros aspectos que culturalmente aportan sesgos diferenciativos que merecen atención. Lo que se intentó primariariamente con este trabajo, cuya primera versión se hizo conocer en el 2003 y luego se corrigió, actualizó y amplió dos años después para formar parte del libro Fútbol S.A. – Juego, Industria de la Cultura & Cultura de Masas (Ediciones de la Abeja Africana, Buenos Aires, 2005), fue y sigue siendo contrapuntear paridades y disparidades con lo que sucede en otras partes del mundo en esta nueva materia.

Si nada más que por comodidad se partió por la cola de estas últimas dos décadas, bajo este nuevo signo del Imperio Microelectrónico, cuando en la noche del jueves 10 de junio del 2004 se lograba una marca hasta entonces no alcanzada en el país. Pero apenas era el primer paso de algo mucho más vasto, encima todavía impredecible y más que probablemente incontrolable. En una Bombonera que no rebosaba como en sus mejores jornadas, los locales y los primos salieron a la cancha a disputar un enésimo superclásico por la semifinal de ida de la Copa Libertadores. (Ver bitácora con orígenes socioculturales del River-Boca.) La hinchada visitante ni siquiera brillaba por su ausencia: no estaba. No la habían dejado entrar. La Diosa Seguridad, ese nuevo fetiche de la posmodernidad, así lo había dispuesto.

Se inauguraba, para decirlo de algún modo o rotularlo de alguna forma -y no acarrear con la incomodidad de empezar a pensar en tiempos efímeros que se viven en un presente continuo-, una nueva era. No importa lo que dure o si efectivamente lo es. Suena bien, es impactante y hoy por hoy eso alcanza y sobra. Un minuto puede llegar a ser una eternidad. En la jerga televisiva se ha puesto de moda denominar a estos rótulos “poner un título”. La realidad mediática y espectacularizada es sólo una primera plana llena de titulares, preferiblemente catastróficos por el tamaño de las fuentes tipográficas. Ya está; se lo puso. Hasta la podríamos denominar, con todavía mayor espectacularidad, la del Fútbol de Media Cancha o al 50% y sondear para ver si el paquete vende. Es lo más importante y es lo mismo. Porque el fútbol actual, considerando que es algo más que ventidós jóvenes de pantaloncitos, una pelota y un referí, sino al decir del recientemente fallecido José María Suárez, “algo que sucede de lunes a viernes y se juega los sábados y domingos”, hace rato que encima tiene otro partido simultáneo, no siempre ligado por relaciones lineales ni exactas, sino autónomas y que conforman largamente un fenómeno con territorio y leyes propias.
Nada más ni nada menos.

-Va a ser extraño no ver hinchas de River en la Bombonera –le declaró a Clarín el ingeniero Mauricio Macri, por aquel entonces presidente de los zeneizes y ya figura de reposición de la derecha neoliberal argentina que luego alcanzaría la jefatura de gobierno de la Ciudad Autónoma, en la jornada previa al cercenamiento-. La decisión de las autoridades significa que ganaron los bárbaros. Para mí, el mensaje que se le da a la sociedad fue distinto a lo que ésta esperaba.

Por supuesto, el resaltado no es del original. En todo caso, como acotación, han triunfado y ya están definitivamente asentados los defendidos del abogado de las 62 Organizaciones y el gremio del Plástico de Mendoza, también el que como representante de Monzer Al Kazhar hizo levantar a un juez federal de la constitucional siesta provinciana un sábado a la tarde para darle al traficante árabe un pasaporte argentino como residente permanente, y que ante la alternativa del alegato fiscal que ahí estaba en juego lo que hacía 150 años se había puesto sobre el tapete como dilema desde el otro lado de la cordillera, en obvia alusión al Facundo y su autor exiliado en Chile, es decir, civilización o barbarie, el justicialista defensor de los barras imputados por la miniguerra del Puente del Desaguadero, en febrero de 1993, recogió el guante y dijo que efectivamente ése era el dilema era tal cual lo había presentado su colega del Ministerio Público, pero que la civilización estaba allí, señalando los bancos de sus defendidos. Cinco años después, al contemplar por tevé, en su casa de Londres, cómo un trajeado, atildado y flemático vecino suyo le pateaba la cabeza en el suelo a un marroquí, después de la disputa de un partido en Marsella por el Mundial 98 que se jugó en Francia, Mario Vargas Llosa incursionaba otra vez en el fútbol, daba por sentado que hay una violencia propia ínsita en él y que esta nueva fase del capitalismo había generado como resultado una civilización bárbara o una barbarie civilizada, como se quiera, el orden de los factores tampoco altera el producto, siempre a libre opción del consumidor.

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