domingo, 9 de noviembre de 2008

HASTA SE PUEDE HACER JUEGUITO CON LA TELE

¿No es belleza?


PATEAR PARA ADELANTE, NO REVOLVER EL PASADO

Un hecho atroz, sin duda, como ese resultado arrasador e igualitario que tiene la muerte, el más democrático de todos los estados. Pero en lo que a muertes remotas se refiere, como el fin siempre resulta el mismo, las circunstancias y mecánicas son las que hacen que algunas sean más significativas y emblemáticas que otras y no convertirlas en un mero pasarle lista a un obituario morboso. En las primeras horas del lunes 11 de julio del 2005 una docena de campesinos salteños amigos volvían para sus moradas y trabajo, un paraje llamado Potrero de Díaz. Venían desde El Carril, poco más de treinta kilómetros, porque hasta habían alquilado hasta una camioneta para que los trasladara e ir a Chicoana. Todos eran gallinas. Típica costumbre de gente de campo, prácticamente todo el día con el lomo hincado y sin más paisaje que la tierra trabajada, para las fiestas patronales, patrióticas, domas, kermeses, jineteadas, bailongos, algún rancho con algunas chinitas para los desoves higiénicos y otras escasas oportunidad de diversión, son el motivo para resucitar estas hilachas de las viejas romerías. Este caso el motivo de la convocatoria colectiva y atrapante era que los de La Banda jugaban con los bosteros nada menos que por la Copa Libertadores. A suerte y verdad. El que perdía, afuera. La expectativa del pago era tal que cuando llegaron, bastante temprano, a Chicoana, no había un solo lugar libre en los boliches y se tuvieron que mandar para El Carril a buscar uno y poder verlo por cable.

River perdió. El camino es entre cerros y con barrancones bastante grandes o lo suficientemente profundos. El vehículo proletariamente charteado no era un dechado de aerodinamia, estado de mantenimiento y edad. Además, como es obvio, la mayoría venía en la caja, sentados en las barandas bajas lateriales. Nunca se sabrá si el conductor le entró fuerte a una curva, mordió el borde o hubo alguna otra falla del momento. Eso sí, se desbarrancaron. En los tumbos, el vehículo les pasó por arriba y apretó mortalmente a Luis Miguel Puca (20) y Marcos Herrera (35). Varios de los restantes quedaron con machucones variados, politraumatismos, fisuras, lesiones leves de todo tipo y esa triple muerte, como fue la de los dos amigos y la derrota futbolera, que desde el fondo de la historia fue y seguirá siendo una muerte simbólica, nada menos que la del club de sus amores a 1200 kms. de distancia. La policía que llegó al lugar encontró entre los restos desaparramados varias botellas de vino, rotas y todavía llenas. Van a sobrar los que para aligerar en lo posible al fútbol de cualquier sospecha le echen la culpa al exceso de alcohol, como sucederá otro hecho, de semejante magnitud que hasta intervendrá el gobierno nacional, y que se verá enseguida. Pero para chupar vino o lo que sea no es necesario andar tantos kilómetros y encima alquilar un vehículo cuando esa plata se puede destinar para comprar unos cuantos litros más. Ahora, ¿qué tiene que ver un club fundado por orden de La Hermandad entre la mediana burguesía radical yrigoyenista de la Boca, a principios del siglo XX, y la tierra de Los Chalchaleros y Los Fronterizos?

En lo que se dio a conocer, en lo que el Poder deja saber al soberano, jamás se hizo público si hubo análisis de alcoholemia al conductor y/o las víctimas. Es más que sensato suponer que por esas latitudes apenas si los enterraron con un féretro de maderitas, gratis, de la prógida y sensible beneficencia municipal, y listo.

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