martes, 11 de noviembre de 2008

TIRO AL BLANCO COMO PRACTICA DE ENTRESEMANA

¡Guardia con tirar la cadena!



LA PERRA CASUALIDAD TAMBIEN JUEGA

La parrafada viene a cuento de esta nueva vuelta de tuerca a nivel global y el considerable aporte argentino en la materia. Por ejemplo, con el agujero negro que puede haber dejado en los sentimientos y moral de los que el día aludido del gran festejo zeneize se quedaron sin Luis Bidondo (42), quien a las 21:00 del domingo 17 del 2000 no encontró nada mejor que ponerse a cortar el césped de su casa en Las Lomas, Burzaco, y de pronto un proyectil de grueso calibre le abrió un buraco en el pecho imposible de volver a llenar.

La víctima era uno de los tantos hinchas pasivos que tiene el fútbol: hincha de entrecasa, de tevé, de bromear en el trabajo o en el café. En este caso, para colmo, era gallina, de River. Los festejos boquenses por los alrededores estaban alcanzando tal grado de decibles que la esposa, con esa tirria por default que le tienen al fútbol las mujeres, le había dicho que dejara lo del césped para otro día, ya era tarde, etc.

La aparente bala perdida no era tal. Ocurrió que al domicilio del vecino, un ciudadano de origen alemán para más datos, había concurrido un sobrino suyo, cabo de la Policía Federal e integrante del elitista grupo GEOS, fana boquense el federico, y como su tío tenía en la casa una Itaka como quien tiene un canario flauta o una cotorrita australiana, todo es cuestión de gustos, se la pidió prestada para hacer unos tiritos y de esa forma festejar una estrellita más en el glorioso escudo, usando como blanco un montículo de tierra que había en los fondos. Pero hete aquí que la dichosa fatalidad, siempre puntual a las citas donde es convocada, echó culo en vez que suerte y uno de los nueve proyectiles que tiene cada cartucho no quiso detenerse en el objetivo prefijado, pasó de largo y junto con esta travesura le llevó la vida al infortunado Bidondo.


Se podrá decir que es un caso desafortunadamente extremo. Se podrán decir muchas cosas, en realidad. Pero no se podrá negar que el fútbol, particularmente la violencia futbolera, se empecina en coleccionarlas y contar con una verdadera antología al respecto. Y también tienen, notándose más en las muertes remotas o virtuales, un componente demasiado grande de gratuidad a tal extremo que las pone muy cerca de la literatura de André Gide que de los apestosos reality shows que destilan las pantallas de tevé a cualquier hora.

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