domingo, 9 de noviembre de 2008

UN SLALOM CATASTROFICO BAJO LAS ESTRELLAS

La infografía publicada por Clarín es tan escalofriante como elocuente. Nada para agregar. Esta es la foto final y el fútbol virtual iba en la sangre del camionero.


“SU MAJESTAD, EL FUTBOL”

Tanto en las campañas mediáticas como en las periódicas reapariciones por los aniversarios, en el replanteo de los particulares damnificados ampliando la querella incluso a la agencia turismo contratada por el colegio, al expreso La Sarita, a Turismo Godoy, al jefe de policía de Santa Fe y al mismísimo intocable secretario de transportes de la Nación, el tema fútbol no apareció ni anecdóticamente.

Ni intenciones algunas de ocultamiento ni nada que se parezca. Está tan entroncado ver fútbol por tevé o ir hasta el bar que ni soñar relaciones con un hecho de semejante magnitud. Una ley no escrita dice que jamás una pavada puede producir algo trascendente. Se trata simplemente del menosprecio por lo que hace mucho está vigente y hay que invisibilizar a toda costa por las muchísimas significaciones que tiene. Además, con todo el dolor, con la herida permanentemente abierta que es la pérdida de un hijo, justamente algo que impregnó desde el primer día al fútbol, nadie estaba para andar pensando o pasando bolilla a un superclásico cuando actualmente se juegan por lo menos media docena al año. Dejando de la lado la cholulería del apellido popularizado por neto cuño futbolero, como el del changarín acompañante, Albrecht, el principal testigo del hecho, que venía manejando su auto unos 300 metros más atrás, viendo cómo se bandeaba el semirremolque de banquina a banquina, y le hizo señas con las luces hasta lo último al que veía venir, es decir, al micro con los adolescentes y docentes en el pasaje, Miguel Sotelo, era un árbitro de fútbol de la Liga de Reconquista que venía de dirigir un partido en un pueblito de las cercanías y a su lado venía uno de los jueces de línea. Para completar el cuadro, el camión de menor porte que traían atrás, de cola, siempre a distancia prudente por lo que a todas luces, a pesar de lo diáfanamente oscuro de la noche, era un peligro mortal viboreante, traía en la caja a los integrantes de un equipo completo amateur que había jugado a la tarde, del también llamado Fútbol Chacarero.

Todos, junto a otros circunstanciales viajeros del momento, fueron los primeros en correr hacía donde escucharon que se producía la tremenda explosión y ver el panorama que a uno de los camioneros que se animó a acercarse lo dio vuelta en el vómito y le impidió concretar cualquier ayuda.

Sobre la mecánica que produjo la foto final, el chofer del micro que hizo caso omiso de los avisos lumínicos de los otros que venían en la ruta y no levantó el pie del acelerador para mantener el dichoso promedio, la alcoholización de Soto como causa fundamental, no quedan dudas. Aparte, no se dieron de frente, sino que el micro, con un volantazo, trató de esquivar a la mole a contramano por izquierda y ésta, como si lo viniera buscando, se le vino de contramano por izquierda. En esa maniobra y contramaniobra, la mecánica de la inercia convirtió al semi en un ariete que calzó al micro en el parante delantero izquierdo y de ahí para atrás arrasó con vidas y carrocería. Una infografía de Clarín que acompaña esta bitácora muestra claro que en realidad chocaron casi de frente y los dos de contramano, aunque sean diferentes tanto los motivos como las intenciones.

No hay comentarios: